DARIO FO
(Texto en "Ocho monólogos ", Franca Rame Darío Fo. Ed. Mear. Barcelona, 1987).
Ulrike Meinhof, célebre activista política alemana, fue llevada a presidio acusada de cometer accciones criminales y tuvo que soportar el terrorismo estatal. Como sucede en varias de sus piezas, Darío Fo se adentra en la realidad para imaginar un monólogo en el que reflexiona sobre la violencia.
Sí, estoy casada. Dos
hijos, nacidos con parto cesáreo. Sí, separada de mí marido. Profesión: periodista.
Nacionalidad: alemana. Llevo más de cuatro años encerrada en
una cárcel moderna de un
Estado moderno.
¿Delito? Atentado a la
propiedad privada y a las leyes que defienden
dicha propiedad y el
consiguiente derecho de los propietarios a ampliar en
demasía la propiedad de todo.
Todo: incluyendo nuestro
cerebro, nuestros pensamientos,
nuestras palabras, nuestros gestos, nuestros sentimientos, nuestro trabajo y nuestro amor.
En resumen, toda nuestra vida.
Por eso habéis decidido
eliminarme, amos del Estado de Derecho. Vuestra ley es realmente igual para
todos, menos para aquellos que no estén de acuerdo con vuestras leyes sagradas.
Habéis llevado a la mujer a su máxima emancipación: en efecto, aun siendo una mujer,
me castigáis exactamente como a
un hombre.
Os lo agradezco. Me habéis
gratificado con la más dura de todas las prisiones: aséptica, helada, como un
depósito de cadáveres, y me aplicáis la más criminal de las torturas, es decir,
"la privación de lo sensorial".
Qué expresión tan
elegante para decir que me habéis sepultado en un panteón de silencio. Un
silencio blanco; blanca es la celda, blancas las paredes, blancas las rendijas,
de esmalte blanco la puerta, la mesa, la silla y la cama, por no hablar del wáter.
La luz de neón es blanca,
siempre encendida: de día y de noche.
¿Pero cuál es el día, y
cuál la noche? ¿Cómo puedo saberlo? A través de la ventana se filtra siempre la
misma luz blanca. Una luz falsa, como es falsa la ventana y falso el tiempo que
me habéis borrado, pintándomelo de blanco.
Silencio. Silencio
fuera, ni un sonido, un ruido, una voz. Del pasillo no se oyen pasos, ni
puertas que se abren o se cierran. ¡Nada! Todo es silencio y
blanco. Silencio en mi cerebro, tan
blanco como el techo. Blanca es mi voz si intento hablar.
Blanca es mi saliva que
se me reseca en las comisuras de los labios. Silencio y blanco en mis ojos, en
el estómago, en el vientre que se me hincha de vacío. Me encuentro suspendida como en
un acuario, flotando en el
silencio como un pez japonés sin aletas. Constante sensación de vómito. El cerebro se me despega del
cráneo como a cámara lenta vagando por el agua de luz en la habitación. Todo mi
cuerpo es de polvo disuelto como un detergente en la espantosa lavadora:
lo recojo..., lo amontono...,
me recompongo... ¡No! ¡No! Tengo que resistir..., no
lograréis hacerme
enloquecer... ¡Tengo que pensar! ¡Pensar! Entonces
pienso… pienso en vosotros que me
mantenéis en esta tortura: os veo agolpados con la nariz aplastada contra el
gran cristal de este acuario donde me habéis dejado flotando, y me observáis
con interés. Disfrutáis con el espectáculo... Teméis que yo
sepa resistir... Teméis que
otros como yo y mis compañeros vuelvan a tratar de
estropearos ese hermoso mundo
que os habéis inventado. Es grotesco, a mí me priváis de todo color, y fuera vuestro
mundo húmedo y gris lo habéis
repintado con colores chillones, para que nadie se dé cuenta, y obligáis a la
gente a consumir todo de colorines: habéis pintado de rojo chillón los zumos de
frambuesa, y qué importa si producen cáncer, de naranja brillante los
aperitivos. Obligáis a los niños a que traguen verde esmeralda y
amarillo cromo, llenáis de
colorantes venenosos la mantequilla y la mermelada.
Incluso pintáis a vuestras mujeres
como payasos enloquecidos: rosa fresa en las mejillas, azul añil y violeta en
los párpados, y rojo bermellón en los labios, y las
uñas pintadas con todos los
colores imposibles del carnaval: oro y plata, verde y naranja y hasta azul
cobalto.
Y a mí me obligáis al blanco para que mi cerebro se resquebraje y
estalle en mil confetis: los confetis de vuestro carnaval, de vuestro Parque de
Atracciones del miedo. Sí, hacéis gala de una
gran seguridad, pero es tan sólo
el gran miedo lo que os vuelve tan crueles y dementes. Por eso necesitáis
continuamente barracas y estruendos, tantos neones de colores por todas partes
y escaparates y sonidos y estrépito, y la radio y el hilo musical siempre
encendido por todas partes en vuestros grandes almacenes, en las casas, en el
coche, en el bar, incluso en la cama cuando hacéis el amor. A mí me imponéis el
miedo del silencio... porque os aterra la duda de que éste vuestro no sea el
mejor de los mundos..., sino el peor: el más sórdido.
Y me habéis encerrado en el acuario sólo porque... No, no estoy de
acuerdo con vuestra vida. No, no quiero ser una de vuestras mujeres
confeccionadas y envueltas en celofán. No
quiero ser una presencia tierna con risitas y
sonrisas estúpidamente seductoras en
vuestra mesa del sábado noche en un restaurante con menú variado y exótico y con
fondo de música idiota por hilo musical. Y tener
que esforzarme por estar en
parte triste y pensativa y en parte loca e imprevisible y después tonta e
infantil y luego maternal y puta y luego al minuto tener que reírme pudorosa en
falsete tras de una de vuestras inevitables ordinarieces.
Oh, se oye un roce
suave: se abre la puerta, aparece una carcelera, me mira como si yo no
existiera, como si fuese transparente. No dice ni una palabra, lleva en la mano
una bandeja con la comida. La deja sobre la mesa y se va. Otra vez silencio.
¿Qué me han traído de
comer? Hamburguesa. Un vaso de zumo de pomelo. Verdura cocida, una manzana. Y además se
preocupan por si se me pasa por la cabeza suicidarme. En efecto, el plato es de
car-tón, el vaso es de cartón. No hay ni cuchillo ni tenedor, sólo una cuchara de
plástico blando, que parece goma. No, no quieren que yo decida eliminarme. Son
ellos los que tienen que decidir. Cuando llegue el momento adecuado se
ocuparán personalmente, me darán la
orden de suicidarme y puesto que en esta celda no hay barrotes en la ventana de
los que poder colgar una sábana y una correa, ellos me echarán una mano..., o
incluso más de una mano. Un trabajito limpio. Tan limpio como esta socialdemocracia,
que se dispone a matarme... dentro
de un orden.
Nadie escuchará un
grito mío, ni un lamento..., todo en silencio,
con discreción, para no molestar
los sueños serenos de los ciudadanos felices de este país limpio... y ordenado.
Dormid, dormid, gentes
bien cebadas y atónitas de mi Alemania, y también vosotros de Europa, gentes sensatas, ¡dormid
serenos como muertos! Mi grito no puede despertaros... No se despiertan
los habitantes de un
cementerio.
Los únicos que sentirán
crecer el odio y la rabia, lo sé, serán aquellos que sudan y revientan en la sala de máquinas
de vuestro gran navío: los emigrantes
turcos, españoles, italianos,
griegos, árabes y las mujeres, todas las mujeres que
han comprendido su condición de
sometidas, humilladas y explotadas, ellas
comprenderán también por qué me
encuentro aquí, y por qué este Estado ha
decidido matarme..., exactamente como
a una bruja en el tiempo de las brujas. Y se convencerán, si no lo han hecho
ya, de que el de hoy sigue siendo tiempo de brujas para el poder. Y que las
brujas deben estar en los telares, en las máquinas, en las prensas, en la
cadena de montaje, en el ruido, en el estrépito, en los chirridos..., plaff...,
tritritri,... blam... tritritri, vuum, vuum... ¡Prensa! ¡Blamm! El torno
frufrufru..., el motor popopo..., las calderas ploch ploch ploch...
¡Qué hermoso es el
ruido, el estruendo, el estrépito! Ja ja, lo habéis inventado, vosotros los amos, para
vuestro provecho..., y yo me
aprovecho. ¡Basta de silencio! Me hago los ruidos yo
sola. Prensa: flutts..., el
torno: frufmfru..., las calde¬ras: ploch ploch ploch..., ¡el gas! ¡Se sale el
gas! Hace toser: ¡achrf achrf achrf!
La cadena: va el ritmo
va con los tiempos ritmo, plaf, pochh sblam bengh tramp pungh sgnaf strump tuh
tuh frr frr...
¡Basta! ¡Basta! ¡Parad las
máquinas, silencio!... Qué hermoso es el
silencio, gracias, carceleros, por
darme este placer extraordinario del silencio... absoluto..., oh, cómo lo
saboreo, cómo lo disfruto..., escuchad qué dulce, qué reparador es..., estoy en
el Paraíso... Carceleros, jueces, políticos, os he burlado..., jamás
lograréis volverme loca, tendréis que matarme estando sana..., en perfecta salud mental y
espiritual..., y todos comprenderán, sabrán con certeza que sois unos
asesinos, un gobierno, un Estado de asesinos.
Ya os veo correr para ocultar
mi cadáver, impedir la entrada
a mis abogados... No, a Ulrike Meinhof no se la puede ver... Sí, se ha
ahorcado. No, no pueden presenciar la autopsia. Nadie. Sólo
nuestros peritos de Estado, que ya
han decretado... La Meinhof se ha ahorcado. Pero no hay señales de estrangulamiento
en el cuello..., ningún color cianótico
en el cuello.., ¡pero en cambio
hay cardenales por todo su cuerpo! ¡Apártense, circulen, no miren! Se prohíbe sacar fotos, se prohíbe pedir un peritaje particular, se prohíbe examinar mi cadáver. Se prohibí. Se prohíbe pensar, imaginar, hablar, escribir, se prohíbe todo. ¡Sí, se prohíbe todo!
Pero jamás podréis
prohibirnos que nos riamos de vuestra necedad, la clásica necedad de todo
asesino.
Pesada como una montaña
es mi muerte..., ¡cien mil y cien mil y cien mil brazos de
mujeres han levantado esta inmensa montaña y os la arrojarán encima con una
terrible carcajada!
Está fantástica esta obra, me atrapo desde el primer párrafo. y a mi parecer todo el monologo es un grito a libertad, y en contra de los estatutos o leyes que rigen a ciertos pueblos, es todo un dialogo en contra de la represión y en pos de la libertad.
ResponderEliminarEs admirable la valentía y fortaleza espiritual de Ulrike. La lucidez de su pensamiento y palabra. Habla con la certeza de quien sabe lo que dice y lo que harán sus enemigos: y como actuarán para deshacerse de ella: sabe lo que generará su muerte en la conciencia de los más despiertos. Descansa Ulrike, mis respetos para tí.Tu espíritu indomable no ha muerto.
ResponderEliminarsilencio
ResponderEliminarwtf
ResponderEliminarno he leido eso aun
ResponderEliminarya
ResponderEliminarsoy cr7
ResponderEliminary a nosotros que nos importa
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminaresta obra es muy completa y muestra como es una tortura de la que no tenia idea que miedo!!!!!
ResponderEliminarrealmente es muy bueno la obra pues muestra la realidad que viven muchas personas, felicidades
ResponderEliminarImpresionante, estoy tan conmovida que no encuentro palabras para expresar, lo que sentí al leer este monólogo una gran mujer Uliker.
ResponderEliminarEN QUE AÑO SE PUBLICO ESTA OBRA
ResponderEliminarExcelente!!!
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